lunes, 22 de febrero de 2016

Del tiempo



Me enamoré de la vida, es la única
que no me dejará sin antes yo hacerlo”.
 Pablo Neruda


Hace días leía algunas conversaciones casuales que tuve con amigos hace ya cierto tiempo, 5 años aproximadamente. Me di cuenta que definitivamente soy otra persona al grado de releer los textos porque esa no parecía ser yo. Sonaba tonta, estúpida, ignorante, y lo peor es que en aquel entonces me creía demasiado inteligente. Siempre he pecado de vanidosa, eso no es novedad, pero me dio entre pánico y risa saber que en realidad he crecido quizá demasiado.

5 años no parecen tanto, pero para mí significaron mucho (un suspiro mientras lo escribo), que si alguna ex amiga llega y me pregunta - ¿Qué ha sido de mi vida?, yo creo que me doy la vuelta y me voy. Estoy siendo muy dramática y probablemente no sea el caso pues mi vida no es más ni menos que la de una persona común, pero en realidad no sé cómo pasé a ser de una niña miedosa a una adulta miedosa. (Mi novio, que si está leyendo en éste momento ya me habría invitado a una discusión sobre 50 motivos por los cuáles no soy una persona común en México y en el mundo, gracias).

Ahora soy excesivamente entregada con lo que hago, con lo que digo, con lo que escribo, todo en mí necesita pasar por un filtro de selección al puro estilo “Voy a sacar mi VISA gringa”, y esto me complica la vida mil veces más de lo normal, y no necesariamente en el mal sentido.

Es gustoso aprender algo nuevo y qué mejor que esos aprendizajes que te ha dado la vida; gratuitos, de provecho, de esos que te incitan a no volver a hacer algo en tu vida o a procurarlo siempre. Aprendizajes que te han hecho descubrir quién eres, aunque te tachen de egoísta, individualista o independiente, pero todo menos “la misma”. Que la gente me diga: –Dani, pero como has cambiado, porque sí, he cambiado y Dios no quiera que sea yo la misma, porque eso significa que no crecí, no avancé y no evolucioné en éste ser inédito que apenas empieza a despuntar en su búsqueda.


Éste ser atrevido, osado, bailador y callado, espera con ansias que vengan otros 5 años más. 
Mientras, sigamos disfrutando de la función.

jueves, 25 de junio de 2015

De mi país



“Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.”
Eduardo Galeano

Estamos en temporada de fútbol. La copa América 2015 llegó con la esperanza de todo mexicano de ganar el primer lugar, o por lo menos de ganarle a Brasil. Sin embargo, por motivos de una segunda selección que no estaba bien preparada, porque México no estaba jugando con los buenos, o por lo que ustedes quieran; nuestro país quedó eliminado sin pasar a la siguiente ronda.
Les voy a hacer franca. Me gustó que perdiera.

Bajen sus lanzas puntiagudas y dejen de apuntarme al corazón, que mi comentario no ha sido explicado aún.

Hace no más de un mes que México tuvo sus respectivas votaciones Federales para la elección  de la mísera cantidad de 500 miembros de la cámara de diputados, la cual se realizó, para mi gusto, igual que todas las veces anteriores. Ya es costumbre que al día siguiente de la elección aparezcan urnas quemadas, gente muerta que acude a votar, huellas mágicas que aparecen y desaparecen, dinero en efectivo en bolsas  con  despensa básica, y no veo lejos el día en que la Virgen de Guadalupe se manifieste en forma de boleta.

Bueno, esto sinceramente no es lo que me molesta. Desde hace poco más de tres años que el presidente actual, con una mayoría de votos que le rompía el alma a todo ser consciente, se instaló en la silla presidencial para realizar una serie de continuos errores que simplemente se veían venir.
Esto dio como resultado un cambio inesperado en la mentalidad de la población, incluso en los que conozco sé que lo apoyaron. Por un tiempo creí que inclusive las redes sociales estaban teniendo su efecto, pues ya no eran campañas sociales realizadas por estudiantes las únicas que estaban siendo escuchadas por estos medios, sino ahora eran miles de personas dando sus puntos de vista que anteriormente o eran reprimidos, o se reprimían solos.

Tranquilos, no los he engañado, lo del fútbol viene después.

Pues así fue por un tiempo, incluso pocos días antes de ésta eleccion se soltó una ola de desprestigio para cierto partido político, que me hizo creer que por primera vez en la historia, ni su escuela, ni sus tan famosos sobornos o intimidación los iban a hacer ganar en mayoría. Oh error, hasta parece que me caí de bebé.

Llegaron los resultados, unos muy predecibles, otros me dejaron con la boca abierta. No solo el partido que tiene al actual presidente de la República volvió a ganar; sino que además del hecho de que entre los candidatos se encontraban personajes (en el mero sentido de seres ficticios, personas o animales. Todo junto de preferencia), gana como presidente municipal de Cuernavaca, un hombre cuyo nivel de cultura política, económica y social se encuentra a mil metros del suelo donde rige la pelota.

Quitando de lado aspectos como partidos emergentes restando votos a otros partidos, candidatos independientes y votos nulos, sentí tanto coraje que tuve que arremeter con el fútbol; perdonen ustedes.

Y sí, no quería que México ganara un partido, porque a este México al tercer día se le olvida todo pero no resucita. Por resultados como éste, México, mi México; no merece un solo día de alivio político.
Éste país necesita recordar siempre, que en ésta tierra los errores se pagan con errores, y quien más que una bola de idiotas corruptos que nos lo recuerden siempre. Al fin y al cabo la mayoría fue electa por el pueblo, el pueblo que tanto los ha visto gozar en base a su sufrimiento.

La historia nos ha dicho que el México que no olvida es el México que vive.

México, yo quiero seguir viviendo.



lunes, 22 de junio de 2015

De lo más misterioso


“Me gusta el silencio, desde que empece a amarte en él”.
Pablo Neruda



Todos tenemos algo misterioso en nuestras vidas. Ese algo que no se le cuenta a nadie, o ese alguien que no cuenta nada.

Mi papá es esa persona que jamás sé que está pensando. Lo observo de reojo mientras maneja extremadamente pensativo y solo lo veo mover la cabeza de un lado a otro, balbucear algunas palabras o mover sus manos como declarando algo; que yo interpreto como preguntarse a sí mismo, o responderse a sí mismo. Aunque sería mejor digno de novela que le  estuviese respondiendo a alguien más.

Bueno, él es mi triángulo de las Bermudas, mi avión del Malaysia Airlines, mi disparo de JFK y mi monstruo del Lago Ness. Su personalidad extremadamente reservada ha dado como resultado un sinfín de regalos, cartas y momentos sin respuesta alguna, por lo que si le gustaron o no, es siempre una interrogante.
Pobres cartas en forma de corbata o peluches con vestidos personalizados de tela, solo Dios sabe si lo lograron.

Pero aquí les va lo curioso. A pesar de que su carácter implica ésta seriedad y misterio constante, ocurre algo cuando se expresa. Su risa o esa cara de no sé qué, que solo pocos sabemos que algo lo esta haciendo feliz como para demostrar una leve sonrisa, son instantes que demuestran su sensibilidad de forma casi primaria, real, honesta.
Y son justamente esos momentos los que recuerdo. Como si se convirtieran en una historia digna de contar en el recinto de un stand Up de comedia o en un momento memorable de mi vida  que se vuelve parte de mi libro de anécdotas personales.



Mi papá me contará poco, pero yo cuento mucho de él.

martes, 16 de junio de 2015

Del miedo.



Ya no le tengo miedo a empezar de nuevo, ni a estar sola, ni a encontrarme a un perro por la calle, ni a caminar en la noche, ni a las alturas, ni a las películas de terror o la montaña rusa. Ya no le tengo miedo a sufrir, ni a ser invisible, ni a las mariposas, y menos a los gatos de otras casas. Ya no le tengo miedo a lo nuevo, ni a los salones de pizarra blanca, ni a los tiburones, ni a quedarme ciega. 
Ya no le tengo miedo a los payasos, ni al portón bajando, ni a no cumplir mis sueños, ni a las cucarachas, y mucho menos, a morir.

Ya no le tengo miedo a nada, porque a lo que le tengo miedo hoy, ayer lo deje de sentir. 

Ya no le tengo miedo a nada, porque a lo que le tuve miedo ayer,  hoy lo deje de sentir. 

Hoy lo dejé de sentir. 


sábado, 30 de mayo de 2015

De tí.

¿No sabes una cosa? Es posible que nunca hayas pensado en ello, pero te lo voy a decir en secreto: te quiero.
Ayer a las 12 de la noche te quería mucho, y ahora a punto de salir para la escuela, voy a volverte a querer.
Todos los días te quiero de las 10 de la mañana a las 4 de la tarde, de las 4 de la tarde a las 8 de la noche y de las 8 de la noche a las a las 2 de la madrugada. Después de las 2 de la madrugada te sueño y te quiero.
Jaime Sabines


Ayer te contaba mientras manejabas, que cada persona encuentra su ciudad ideal y que es un pensamiento que tengo desde hace ya algunos años, porque lamentablemente nací en un lugar que nunca fue mío, y me fui a estudiar como primeriza a otra ciudad que desde que llegué, me rechazó.

Y ayer te dije: -Desde hace 4 insomnios he pensado que Puebla tal vez no es mi ciudad, ni la tuya; porque aquí la gente es demasiado pretenciosa, y yo no era así cuando llegué, dando por hecho que ya lo soy un poco.

Tú me respondiste: - Tal vez tengas razón, pero tal vez todas las ciudades son así y solo eres tú el que cambia.

Pero yo te contesté: Sí, pero yo creo en verdad que existe ese lugar donde puedes ser simplemente feliz.

Y fue todo, hablamos 10 minutos más sobre el tema porque teníamos más hambre que ganas de platicar. Pero hoy, me respondí lo que te estaba diciendo ayer.

Hoy te vi llegar como 4 veces a mi casa y otras 4 te fuiste, durante cada una nos reímos y bailamos, lo de siempre, y en la última llegaste con un vasito conteniendo algo que sabes que me encanta, y solo tenías que venir a dejármelo solo porque sé cuánto me amas.

Y de repente todo lo entendí. Son pocos los días en que no tratas de hacerme la mujer más feliz del mundo con lo que sea que tengas a la mano; un dulce, una flor, un chiste, un baile, un petete, como tú y yo le decimos. Entonces aquí, justo en éste pequeño espacio del mundo donde tú y yo nos encontramos, ésta diminuta área comparada con la inmensidad de la tierra en la que tú y yo estamos juntos, es a lo que llamo hogar.

Ésta sí es mi ciudad porque tú te encuentras en ella, y te prometo, que esté donde esté, mientras estemos juntos, podré decir que he encontrado el lugar donde soy simplemente feliz. A tu lado.


De lo que sé y no sé

“He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: Solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos.”
Antoine de Saint–Exupéry. El principito.


Llueve. Llueve y recargo mi cabeza sobre un cuaderno vacío que aspira a ser llenado de pensamientos, garabatos y tinta. Puede llegarse a pensar que en el momento este cuaderno desea ser más cosas que yo. Y es que ahora si no eres nada por lo menos deberías querer ser alguien, dicen.

Me preguntan quién soy yo, y yo respondo que soy una persona, soy una mujer, soy mamá de dos gatos, uno de ellos autista, y bueno, soy diseñadora industrial. Este último me lo otorgó el tiempo, y no un sistema educativo que está más triste que todos los tristes tigres que tragan trigo, o más bien me lo otorgué yo, pues 6 años de estudio no pasan en vano.  

No me gusta la palabra gremio, me suena a gremlin. Ya sea por eso, o porque el diseño industrial se ha convertido un tanto egoísta y narcisista cuando se habla de pertenecer a este colectivo dado que las discusiones se basan tanto en juicios de valor sobre quién diseña mejor, que me es totalmente intrascendente formar parte de él. Eso, y que soy de esos entes solitarios que prefieren trabajar sola y hacer las cosas bien, sin tener que recibir opiniones de otros que saben pero no hacen o hacen pero no saben.

Bueno, pues en mi mundo de diseño industrial nunca paro, sueño con concursos de mobiliario, las mejores ideas surgen en la regadera, y hasta el Popocatépetl de vez en cuando me parece un render en HD. Como las parejas chapadas a la antigua, sin duda ya me casé con el diseño para toda la vida y no me quejo, al contrario, me satisface saber que soy de esos seres mágicos que desde los 15 años ya sabían lo que querían, de nuevo, como las parejas chapadas a la antigua.

Pausa. Necesito sacar una completa idiotez que no me deja seguir escribiendo. Gizmo también era un gremlin y era hermoso, pero no formaba parte del gremio de los gremlins. Gremio de los gremlins, Me encanta. Listo

También me preguntan que a donde voy, y en este momento me es imposible contestar algo que ni yo sé, repetidas veces se lo he dicho a todos mis tíos en las comidas familiares y por fin mis papás parecen comprenderlo que ahora son ellos los que responden por mí. Los años de estudio en diseño industrial me han servido para muchas cosas menos para saber qué es lo que quiero, y parece ser que mientras más tiempo pasa menos lo sé.

El diseño que se planea es prácticamente una novedad y por eso llamó mi atención. Sigue siendo un mundo desconocido para muchos y un camino tan explorable que incluso me ha llevado a esa indecisión de no saber a dónde voy. Perfecto.

Bien, esto ya parece más una crónica de tardes sin rumbo, pero el clima tiene la culpa, está lloviendo.

Parece ayer cuando llegué del norte a la famosa Puebla de los Ángeles a buscar esa ciudad que se aclamara como mía. Y después del algunos años y constantes aprendizajes, entendí el cambio que he logrado con el tiempo y que veo en mí ya de forma inalterable; La comprensión detrás del objeto.

El ¿Cómo? de las cosas, cualquier persona con sus 5 sentidos sin ser precisamente los más agudos, podría entenderlo, ¿Cómo se ve físicamente? ¿Cómo se realizó? no parece tener demasiado que decir, sin embargo el ¿por qué? suena más interesante.

O bueno, eso para mí es lo que resulta. Siempre he sido una persona a la que le gusta más que decir, escuchar. Oh sí, puedo escucharte horas sin decir una palabra solo porque me parece. Más me vale no quedarme sorda algún día porque entonces sí estamos en problemas.

Ya sabía, desde que empecé a escribir no tenía idea de cuál era el tema y ahora menos.


Pinche clima, es que estaba lloviendo.

lunes, 25 de mayo de 2015

De la cosa mas hermosa del mundo.



“Porque para quererte no necesito tenerte, te quiero libre; conmigo o sin mí. Te ofrezco mis brazos para estar juntos, o te doy mis alas para dejarte volar.”


Ya es tarde y no pensaba escribir, pero luego me acordé de la cosa más hermosa del mundo y dije, sí, ellos querrían saber quién es y no los voy a dejar sin dormir.

Bueno, imagínense a un pollito pequeño, lo más chiquito que puedan sin que pierda su forma. Ahora vístanlo con un diminuto vestido de algodón con algunas margaritas dibujadas en el textil, un gran moño rosa en su cabeza y unos ojos de punto bien grandes y bien brillosos.

Bien, pues esa cosita pequeña y hermosa es mi mamá. El polluelo más indefenso de todos, de esos que te dan ganas de llevar a casa para que no lo vaya a aplastar algún camión por ahí. 
Mi mamá, para los que ya la conocen, definitivamente me dirían (léase con voz de mazatleco) - Oye Dani, vi a tu mamá caminando por la calle, casi la aplasta un camión-; Y para los que no, bueno, pues ella es lo más parecido a un ángel para mí, y si, para mí un ángel viene en forma de pollo.

No mamá, no tiene nada que ver con tus piernas, para mí no son de pollo, solo están delgadas; y no mamá, no neciamente el ángel tiene forma de pollo, solo lo escribí porque en ese momento así lo imaginé. ¡Ay mamá, ya déjame escribir en paz!

Bien, ella ese ser que me desespera, me impacienta, me enoja y le grito, todo eso pero en diferente orden, y al segundo de decir la última palabra ya me estoy arrepintiendo. Siempre, en el mismo orden.

No mamá, no estoy contando de tu vida, ya sé que es privada, solo estoy escribiendo lo que yo siento porque te quiero. No mamá no voy a escribir lo que haces.

Pues mi mamá hace de todo. Cuida enfermos, alimenta indigentes, le da asilo a los viejos, los baña, los cambia, y todavía peor, les da todo su amor. No es que ponga celosa, es solo que desde hace ya algunos años las calles de Mazatlán se han visto envueltas por un surruro delgado como la brisa del mar, de una soledad casi inmutable, que dice: Amparo
Y este susurro no viene precisamente de la voz de las más finas personas, sino de aquellos cuerpos haraposos que se mueven en las calurosas calles de la ciudad buscando un refugio para pasar la noche.
Amparo, como siempre, les responde cada día extendiéndoles su mano, un –Adelante, mijito, pásale a comer, y alguna frase alentadora que le termina aguando los ojos a ella.


Es solo que tan pocas personas se han percatado de esto, que yo tenía que contarles pese a la voluntad de mi mamá, que aún se resiste a contar su historia porque ella simplemente peca de humilde y jamás aceptaría que la vanagloriaran por algo que ella hace por amor.

Ella vive para amar y lo hace, la cosa más hermosa del mundo es feliz y eso me hace a mi feliz.